Cantabria «infimita»

Por recomendación de Mila, a la que comenté hace unos meses que nos íbamos a acercar a Cabárceno con Irene, hicimos parada en la cueva de El Soplao y, en honor a la verdad, he decir que mereció, y mucho, la pena.

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La cueva de El Soplao es una cavidad descubierta a principios del siglo XX, por los mineros que desde el siglo XIX explotaban las minas de la Florida para la extracción de blenda y galena, dos de las mejores menas para la obtención de zinc y plomo, respectivamente.

La explotación minera se cerró a finales de los setenta del pasado siglo, pero no fue hasta principios del siglo XXI cuando se habilitaron las cuevas para su visita, tanto en la modalidad turística como en la de turismo-aventura.

En la modalidad turística, la que nosotros seleccionamos, una recreación de un tren minero traslada a los visitantes hasta el nivel de la cueva, unos 35 metros bajo tierra.

La cueva está con considerada una de las grandes maravillas de la geología, atesorando un auténtico paraíso de formaciones geológicas pero, sin duda, lo que hace especial a esta cueva en concreto es la gran diversidad y abundancia de formaciones excéntricas.

Una visitá espectacular. Muy recomendable.

Cabárceno se inundó de sol para recibirnos: 28 grados en las horas centrales del día.

Queríamos buen tiempo para disfrutar de esta visita obligada. Excepcional, sin paliativos. Maravilloso parque para disfrutar todo el día saltando de aparcamiento en aparcamiento, para deleitarse con una extraordinaria selección de fauna mundial, en un entorno espectacular. Summa cum laude la exhibición de aves rapaces.

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Una breve visita a la Península de la Magdalena para saludar a pingüinos, focas y leones marinos, disfrutar de la vista de la Isla de Moura desde el mirador y rodear el palacio, antes de desplazarnos a Santillana del Mar para despedir con un tranquilo paseo un maravilloso fin de semana.

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Para ver el resto de las fotos PULSA AQUÍ.

Asha

Asha (Esperanza) es el nombre del bebé tigre nacido en cautividad en el Zoo da Maia (Oporto). El rechazo de su madre ha obligado a los empleados a alimentar al cachorro en sus primeros meses de vida. El nombre fue elegido por votación popular entre los propuestos desde el propio zoo. Parece adecuado para los tiempos que corren.

Asha es tan solo una de las muchas atracciones de un zoo pequeño, vestido por multitud de árboles que ofrecen una sombra atractiva para que los visitantes disfruten de su paseo.

Gremling

Pájaro

Irene leones

Mono

Tigre

Oso

Lagarto

Hacía ya un tiempo que no nos dejábamos caer por Oporto. Es un placer de ciudad. Ahora la hemos disfrutado desde una óptica diferente acompañados de Irene. Desde nuestra última visita ha habido una novedad importante en el Cais de Gaia: un teleférico salva la altura entre el río y la plataforma superior del puente de Dom Luis I. Otro atractivo más para dejarse atrapar.

Clérigos

Puente

Teleférico

Douro

Rabelo

Tras la visita al zoo, en la mañana del sábado, nos dimos una vuelta por allí. La ciudad era un hervidero de gente: esa noche se disputaban la liga el Oporto y el Benfica en el estadio do Dragão. Ambos equipos llegaban invictos y el Benfica llegaba con dos puntos de ventaja sobre el Oporto. El empate o la victoria valían al Benfica. El Oporto necesitaba ganar. La expectación era máxima. Se llegó con empate a uno en el marcador al descanso. En la segunda parte ya en el tiempo de descuento, un joven mohicano llamado Kelvin, que había entrado al terreno de juego minutos antes, enganchó un misil con la zurda que provocó el estallido de la grada do Dragão. El Oporto depende de sí mismo en la última jornada.

El fútbol debió ser la razón de que la ocupación hotelera en la ciudad estuviese en máximos lo que nos obligó a alojarnos en la otra orilla del río, en Vila Nova de Gaia, en el hotel Mercure Porto Gaia: excelente relación calidad-precio. Una buena rampa de lanzamiento desde la que visitar la ciudad.

Fue dulce el amanecer para los lugareños después de la alegría balompédica. Nosotros aprovechamos para abandonar con sigilo la ciudad y enfilar camino hacia Penafiel (25 minutos desde Oporto) para acercarnos a Magikland: un parque de atracciones, pensado para los más pequeños, en el que Irene se lo pasó fenomenal. Altamente recomendable. Un trato exquisito por parte de todo el personal y una mañana maravillosa para disfrutar en familia.

Volveremos pronto.

Tren Mamá

Piratas

Noria

Avion

Tren Papá

Aveyron: Tan cerca del cielo

Burgos

Para hacer noche y descubrir la espectacular Cartuja de Miraflores.

Monasterio cartujo escogido por Isabel la Católica para apuntalar positivamente su línea de sucesión, obviando en la misma a su hermanastro Enrique IV, y colocando a su madre, Isabel de Portugal, al lado de su padre Juan II (que había elegido Miraflores como lugar para su eterno descanso), además de trasladar también al recinto los restos de su hermano Alfonso, fallecido años atrás.

Sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal (Detalle)

Con ello Isabel la Católica se reclamaba ante el mundo como la heredera legítima de la dinastía, tras vencer en la guerra civil a la hija de Enrique IV, Juana, apodada “la Beltraneja”.

Para la ejecución del sepulcro real contrató a Gil de Siloé que lo diseñó en forma de estrella de ocho puntas, único en su género, realizado enteramente en alabastro.

Cartuja de Miraflores (Interior)

El sepulcro del Infante Alfonso se sitúa adosado al muro del presbiterio.

De fondo al conjunto se sitúa el magnífico retablo obra de Gil de Siloé y Diego de la Cruz.

Cartuja de Miraflores (Retablo)

Para más información sobre los sepulcros os remito al cuaderno de restauración de Iberdrola.

Para comer esta vez nos fuimos a La Favorita, taberna urbana en la calle de Avellanos, ni a cinco minutos andando de la catedral. Un local bonito con una cocina en la que la parrilla juega un papel principal.

Para dormir elegimos el AC Burgos. Hotel moderno con una situación excepcional en los márgenes del Arlazón.

Moissac

Situada a orillas del Tarn, la villa de Moissac, era una parada deseada desde hace muchos años para poder disfrutar de la Abadía de Saint-Pierre.

Su tímpano y su claustro, obras maestras del románico, son un placer para los sentidos.

Abadía de Saint-Pierre de Moissac (Tímpano)
En Moissac

Moissac: Marta e Irene

Para dormir nos dejamos caer por el hotel L’Armateur.

Cahors

La curiosidad nos pudo y nos desviamos un poquito del trayecto inicial para visitar esta villa y su famoso Pont Valentré, en una mañana marcada por una manta de agua, que no ayudó mucho a incentivarnos a profundizar mucho más allá.

Cahors: Pont Valentré

Saint-Cirq-Lapopie

Situado en el Parque Natural Regional de Causses du Quercy, suspendido en un acantilado a cien metros sobre el Lot, se encuentra este precioso pueblo medieval. Enclave turístico que en esta época del año se olvida de las masivas oleadas estivales de guiris y se convierte en refugio perfecto para disfrutar de un paseo por sus callejuelas, dejando que la vista se pierda entre el laberinto de callejuelas que conforman el paisaje.

Saint-Cirq-Lapopie

Belcastel

Al borde del Aveyron, el castillo medival del pueblo de Belcastel fue recuperado de su deterioro por el arquitecto François Pouillon. Un puente del siglo XV nos adentra en esta belleza trazada en el color avellana del esquisto. En la actualidad, en el castillo, propiedad de una familia estadounidense que vive gran parte del año aquí, se puede pernoctar. Un paseo como sacado de un cuento.

Belcastel

Figeac

La villa que vio nacer a Jean-François Champollion, el padre de la egiptología, traductor de la piedra de Rosetta, es un precioso pueblo medieval que gira en torno al Museo de las Escrituras ubicado en la casa natal del filólogo y egiptólogo.

Figeac: Irene en la Plaza de las Escrituras

En el centro de la villa encontramos la plaza de las escrituras en la que se recrea la estela conservada en la actualidad en el Museo Británico.

Figeac invita a pasear por sus calles, dejando vagar la mirada por los pequeños detalles que pueblan muchos de los edificios del casco antiguo.

Figeac

Conques

Junto con San Saturnino de Toulouse, San Marcial de Limoges, San Martín de Tours y Santiago de Compostela, constituye el conjunto de iglesias de peregrinación del Camino.

La iglesia abacial de Santa Fe de Conques (Sainte-Foy) es la más pequeña. Sólo tiene tres naves, tres absidiolos y una capilla en cada brazo del crucero.

Conques

Su portada occidental es extraordinaria. Emparentada con la de la Abadía de Saint-Pierre de Moissac, realizada en torno a 1124, representa el Juicio Final con una calidad escultórica maestra, en la que aún podemos apreciar, de un modo bastante notable, la policromía que ornaba el conjunto.

Conques (Tímpano)
Conques (detalle del Tímpano)

Iconografía con un tono didáctico muy importante, de adoctrinamiento de un pueblo que consumía el mensaje generado por el poder eclesiástico a través de estos maravillosos cómics en piedra.

Conques (Interior)

De camino a Conques nos acercamos a una de las mejores muestras de arquitectura civil renacentista de la zona: el castillo de Bournazel, en estos momentos es proceso de restauración.

Castillo de Bournazel (Detalle)

Najac

Bastida del Condado de Toulouse dominada por un castillo donde ondea la bandera de los Condes de Toulouse, el emblema de Occitania. Un enclave impresionante coronado por su fortaleza colgada sobre las gargantas del Aveyron. De postal.

Marta en Najac
Najac (La fortaleza)
Najac (la vista desde el castillo)
Najac

Villefranche de Rouergue

Bastida creada en el Siglo XIII sobre un plano de calles rectas que dotan al conjunto de un orden perfecto alrededor de la plaza principal, presidida por la colegiata, donde tenían lugar los intercambios comerciales.

El paseo por sus calles, a orillas del Aveyron, es para disfrutarlo tranquilamente, picando un pecado en alguna de sus elegantes pastelerías donde venden pequeños pedazos de cielo.

Villefranche de Rouergue (La Chartreuse Saint-Sauveur)

Además tuvimos el placer de visitar, con guía particular, la Chartreuse Saint-Sauveur, monasterio cartujo situado en la villa, con uno de los claustros más grandes de Francia. El mar de la tranquilidad.

Nada de lo anterior hubiese sido lo mismo sin la compañía y la cálida acogida de nuestros anfitriones, nuestros amigos, Jean-Paul (mi hermano francés) y Marie, que hicieron un  generosísimo esfuerzo para que nuestra visita a su hogar se convirtiese en una experiencia inolvidable.

Jean-Paul

Todavía es hoy el día en que nuestros sentidos siguen soñando con los deliciosos platos con los que nos deleitaron durante nuestra estancia: el confit de canard, el foie gras, la cassoulet, los chuletones, esa deliciosa cena de despedida con el maigret de canard con higos y calabaza que se marcó Marie, etc.

Jean-Paul y Marie

En nuestro haber decir que correspondimos con una llamadita a Del Bosque, en el intemedio del España-Francia, para que los gabachos apañasen un empate y quedásemos todos contentos.

Merci Jean-Paul y Marie por todo. Ya sabéis que aquí tenéis vuestra casa. Os esperamos pronto.

Vitoria

Para finalizar nuestra escapada nos acercamos a Vitoria para compartir con los padrinos el fin de semana de regreso a casa.

Vitoria-Gasteiz parece una ciudad bonita y tranquila. Lástima que el tiempo no nos acompañase.

Vitoria-Gasteiz: la tropa en el Arqueológico

La lluvia nos empujó a buscar algún interior y así fueron a parar nuestros huesos al espacio que comparten el Museo Arqueológico y el curioso Museo de Naipes Fournier.

Vitoria-Gasteiz: Museo del Naipe Fournier

Y tras ello de vuelta a casa, al abrazo del frío que va llegando y al abrigo del calor del hogar, mientras dibujamos con el pensamiento nuevos destinos a los que arribar en futuras expediciones.

Irene en la lluvia de Vitoria-Gasteiz

Si queréis ver el álbum completo de fotos del viaje podéis pinchar AQUÍ.

Au revoir.

Siete días de mayo

Como de costumbre por vacaciones, breves eso sí, carretera y manta.

Un mayo primaveral nos enfiló hacia Zamora con la excusa de ver a Miguel y tomar una caña brevísima (esto, hermano, habrá que enmendarlo más pronto que tarde).

Zamora

Pernoctamos en el hotel NH Palacio del Duero, edificio de curiosa historia.

Tras ello Toledo.

Imperial como de costumbre.

Hasta los topes de turistas (mayoritariamente italianos y rusos).

De rigor la visita a la catedral. El coro, la sacristía y esa maravilla de Narciso Tomé para hacer llegar la luz a través del transparente hasta el sagrario. Horadar la bóveda gótica para crear un vano con una decoración teatral, exuberante, magistral…en el fondo, uno siempre ha sido un poco barrueco.

Toledo (Catedral)

Tampoco faltamos a la cita con la preciosa Sinagoga del Tránsito, ni con San Juan de los Reyes.

Para comer y por recomendación de un toledano de pro: Alfileritos 24, en la calle del mismo nombre. Buena cocina al abrigo de una decoración muy cuidada. Para reposar tras el incesante callejeo.

Para dormir: Sercotel Pintor el Greco. Excelente situación. Habitaciones deliciosas. Desayuno manifiestamente mejorable.

Ya en Madrid: paseo imperial del Atleti en Bucarest en la víspera de nuestra visita al zoo con Irene. Le encantaron el rinoceronte indio y el oso pardo…ven, soso(sic), ven…

Rhinoceros unicornis

Cargamos a los padrinos y, de retorno, paramos en Ponferrada.

Temperatura veraniega, cenitas en terraza, hotel con situación inmejorable y,

Una habitación con vistas

por fin, a Peñalba de Santiago, asignatura pendiente desde hacía tiempo. Un tesoro escondido tras 18 quilómetros de una carretera plagada de curvas que invocan irremediablemente al mareo. Una hora de coche sí o sí.

Merece la pena disfrutar una jornada en el Valle del Silencio.

Peñalba de Santiago (Iglesia de Santiago de Peñalba)

Y tras asomarnos al balcón de Las Médulas y llenar el buche en la Moncloa de San Lázaro, de vuelta al redil para ir haciendo planes y llenar otro huequito en el futuro próximo.

El desarme

Se engalanaba la muy noble, muy leal, benemérita, invicta, heroica y buena ciudad de Oviedo para la celebración anual de entrega de los premios Príncipe de Asturias cuando nos dejamos caer por allí, en un otoño todavía disfrazado de verano, mientras los operarios arreglaban parterres y maquillaban aceras para hacerlas más agradables a los ojos del heredero y su séquito, y de los premiados, y de todos aquellos que por aquellos lares se encontraban para la ocasión.

Ya de entrada, y haciendo caso omiso de la temperatura ambiente, decidimos aclimatarnos al lugar degustando la tradicional fabada con su compango en uno de los restaurantes aledaños al tradicional mercado del Fontán.

Como base de operaciones elegimos el Hotel Fruela, esencialmente por su ubicación a caballo entre el casco antiguo y la zona comercial, lo que resultó ser una elección muy afortunada, sobre todo por la calidad de su restauración y por el exquisito trato del personal, que hizo nuestra estancia muy acogedora. Un hotel pequeño y coqueto, bien situado, y con unas habitaciones funcionales y adecuadas a su categoría.

Una de las excusas de la escapada era conocer el Centro Niemeyer de Avilés.

Acercarse a Avilés tiene un mucho de parecido con intentar internarse en Mordor: el humo y el fuego que escupen las chimeneas de su cinturón industrial no invitan a arriesgar la excursión, pero si uno no se deja engañar por el feo envoltorio y se atreve, se encontrará con una deliciosa villa de calles cosidas a soportales, que invita al paseo y al sosiego. Paseo que se puede ampliar cuando se descubre, agazapada tras las calles, una magnífica extensión de verde llamada Parque Ferrera.

El Centro Niemeyer es la guinda para este pastel. Envuelto actualmente en la polémica, señalado por la administración del Principado y respaldado mayoritariamente por una población en cuyos escaparates se ven colocados por doquier carteles de apoyo a la institución. Degustar un paseo por el complejo diseñado por uno de los mayores arquitectos del último siglo no tiene desperdicio. Aprovechamos la ocasión para acercarnos a la exposición de fotografías de la actriz Jessica Lange titulada “Unseen”, que recoge instantáneas realizadas en los últimos veinte años y divididas, básicamente, en dos series: “Things i see” y “Mexico-On scene”. Un rato la mar de agradable sobre todo para Irene que se recorrió gateando el suelo enmoquetado en rojo de la sala de exposiciones mientras duró la visita.

El 19 de octubre cumplía años esa que nos ha desarmado el corazón y, con tal motivo, se celebró en la ciudad de Oviedo una fiesta gastronómica en su honor: “El desarme”.

En realidad en la ciudad pensaban estar rememorando no sé qué leyenda sobre una batallita carlista en la que al parecer los habitantes de la ciudad agasajaron a las tropas invasoras con una pantagruélica comilona a base de garbanzos con espinacas y bacalao de primero, para seguir con unos callos de segundo y acabar de tupir con un arroz con leche de postre, todo ello bien regado con abundante vino, lo que en conjunto provocó la tendencia generalizada a la siesta de los invasores, circunstancia que aprovecharon los ciudadanos para desarmar a la tropa.

Bueno, sea como fuere, en honor a Irene o en recuerdo del engaño, nos atrevimos con este menú light, aunque debo confesar que no conseguí llegar al arroz con leche.

Ese día llovía en Oviedo, el otoño al fin se acordó de venir, y la excusa del mal tiempo nos permitió descubrir el Museo de Bellas Artes. Espectacular. Una colección magnífica que va desde tablas medievales a Barceló, pasando por Ribera, Goya, Zurbarán, Sorolla, Casas, Picasso, y que atesora, además, uno de los tres apostolados de El Greco (los otros dos están en Toledo). Un tesoro a descubrir, cómo tesoros son los que alberga la Cámara Santa de la Catedral por la que también nos dejamos caer.

Así, entre paseo y paseo, llegamos al viernes en el que tocaba plegar velas mientras la ciudad se preparaba para el magno evento en el Teatro Campoamor. Por allí estuvo ese caballero llamado Leonard Cohen, que con su humildad característica vino a decir que en realidad a él el camino hacia su propia voz se lo había enseñado Federico García Lorca, y el vehículo para conducirla, un anónimo guitarrista español que le mostró, en el Montreal de su niñez, los seis acordes básicos con los que ha construido la mayoría de su música. Un genio debajo de un sombrero.

Por cierto: si en alguna ocasión, al volver de Asturias hacia Galicia, os encontráis la carretera cortada debido al vuelco de la carga de un camión en una de esas zonas en la que todavía no está finiquitada la autovía, acercaros a Luarca y así tal y como fueseis enfilando hacia el puerto, según se va a mano derecha, dejaros caer, como quien no quiere la cosa por un restauante llamado “El Barómetro” y que os pongan de comer… ya me diréis.

 

 

The Cataplana way

Probablemente contagiada por la exhibición holandesa en la final del mundial, Irene no para de dar pataditas en la barriga de mamá, y así sumando y restando vamos navegando en este julio en el que Portugal nos ha vuelto a acoger para un merecido descanso.

Una parada técnica en Évora con la intención de disfrutar la ciudad se convirtió en un sin vivir a 40 grados que nos condenó a anclar en el borde de la piscina del hotel. Imposible el día y difíciles las noches cuando a la hora de la cena no se baja de 35 grados.

Después Olhos d’Agua (Algarve). Repetimos por segundo año. Es increíble no ver una nube en dos semanas. Una temperatura ideal para relajarse. Buena comida, siestas y, este año, fútbol.

Ambiente de lujo en el España-Alemania con reparto de aficiones en el hotel y el savoir faire de los alemanes en el partido y en la derrota.

Lo de Holanda fue otro cantar. Tensión e incredulidad ante el recital de leña que repartieron los tulipanes. Al final Iniesta y la historia por fin pagando una deuda. Muchas generaciones viendo la inevitable caída en cuartos se desquitaron. Primero Europa y después el Mundo. Los jugadores espléndidos, todos. El entrenador, extraordinario. Un caballero este Del Bosque. Tenía razón Florentino: no da el perfil para el Madrid…

Para celebrarlo cataplana de ameixoes. Experiencia culinaria inenarrable. Ese olor y ese sabor, una terracita a la vera del atlántico…todavía segrego como un perro de Paulov.

Descubrimos para nuestra sorpresa que además de la Capela dos Ossos de Évora, la mundialmente conocida, existen otras en el Algarve. Nos dimos una vuelta mañanera por la de Alcantarilha. Son lugares muy inquietantes…

Y, después de exprimir las vacaciones veraniegas, de vuelta al tajo desde el sur del Tajo (a veces uno está sembrao).

De regreso pequeña parada técnica en Aveiro que nos ha abierto apetito para nuevas incursiones. Una especie de Venecia portuguesa con un ambiente agradable.

Para finalizar este resumen de nuestras vidas en el último mes os recomiendo fehacientemente el libro de Harry Thompson “Hacia los confines del mundo” (This thing of Darkness), un fresco impresionante que comprende el tiempo transcurrido entre 1828 y 1865 y narra las peripecias de Robert FitzRoy, capitán al mando del Beagle, de los distintos y extraordinarios viajes realizados por él mismo y su tripulación para cartografiar la Patagonia y Tierra del Fuego, y de su acompañante ocasional, amigo, rival, antagonista, Charles Darwin. Emocionante, excitante, extraordinariamente escrito…memorable. Un libro para hacer del verano un lugar cercano a la perfección…

…casi, casi, como en la celebración que os dejo para cerrar esta entrada. Esto es lo que pasa cuando respiras tanto humo de volcán…

Para ver fotos del viaje pulsa aquí.

Para ver fotos de la Capela dos ossos de Alcantarilha pulsa aquí.

León (un suspiro)

Me reflejé en el espejo.

Llevaba puesto algo de algún color.

Y seguro que hubo gente que me vio.

Wislawa Szymborska

I

Mojados

Rosetón

¿Qué se puede hacer en una ciudad si su barrio de tapeo se conoce como el húmedo?:

Mojarse.

A fuerza de esquivar peregrinos, extraños disfraces ambulantes, niñas de primera comunión, bodorrios, hippies de flauta y animal, despedidas de solteros/as y concursos de bandas, se llega a la Plaza de San Martín y sus aledaños y, entre la marea de gente, se buscan viandas típicas: su cecina, su morcilla, los puerros, las patatas, y un largo etcétera que hay que mojar con una cerveza fresca o un buen caldo de la tierra (para descubrir: el mono varietal prieto picudo de la D.O. Tierra de León).

II

La copa

Para la sobrecena, el Taxman Beatles Bar, en la calle Babia, callejeando tras el ábside de la catedral. Servicio impecable, variado botellero y excelente música. En un bar decorado con motivos de la banda de los de Liverpool, desde fotos históricas a chapas, llaveros o ediciones españolas en vinilo de los singles de la banda. No suenan sólo los Beatles, aunque siempre están presentes. Imprescindible.

III

Cristales de luz

Catedral de León (Espejismos)

En ese leviatán que domina la ciudad desde cualquier punto cardinal. En esa mole clara, enorme animal de piedra que el tiempo, el viento, el frío, el calor, han ido transformando en un paciente que necesita de cuidados, se ofrece hoy en día la posibilidad de acceder a las alturas para contemplar los trabajos de rehabilitación de las vidrieras que la decoran.

Un andamio de dieciséis metros de altura nos conduce, por encima del tejado de la nave lateral, al corazón mismo de la nave central, tras el rosetón de la fachada principal. Cristales soplados y cristales pintados, sostenidos por la red que teje el débil plomo. El mundo del color. Obligatoria inmersión.

Vidrieras (detalle)

IV

La Sixtina románica

San Isidoro de León: inexcusable. En su museo maravillas como el cáliz de Doña Urraca. En la biblioteca, códices e incunables que alegran la vista. La guinda del pastel, esa maravilla del arte románico que son las pinturas que decoran las bóvedas del Panteón. 

V

Renacimiento

MUSAC

Café en el Monasterio-Hospital de San Marcos (actual Parador). Obra cumbre del renacimiento español, con su zócalo decorado por personajes greco-latinos y de la historia de España.

Desde aquí en un pispás a ese enredos gigante que es el MUSAC (Museo de arte contemporáneo de Castilla y León) edificio galardonado con el premio Mies van der Rohe en su edición del 2007. Su exterior colorista se inspira en las vidrieras de la catedral.
No olvidar la Casa Botines, Gaudí Exin-castillos, San Jorge matando al dragón en el vientre de León. Nuevos bestiarios…

Si quieres ver más fotos…

Un paseo por la cuenca del Duero (y 2).

“Salimos de Salamanca, y, llegando a la puente, está a la entrada de ella un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal, y, allí puesto, me dijo:

-Lázaro, llega el oído a este toro y oirás gran ruido dentro de él.

Yo simplemente llegué, creyendo ser así. Y como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afirmó recio la mano y diome una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada, y díjome:

-Necio, aprende, que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo.

Y rió mucho la burla.

Parecióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que, como niño, dormido estaba. Dije entre mí: «Verdad dice éste, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar cómo me sepa valer»”

Lazarillo de Tormes

Nosotros en lugar de salir, por allí entramos, pasando del Águeda al Tormes…

No es este el espacio para describir la belleza ni la monumentalidad de Salamanca, pero tal vez sí para dejar un par de recomendaciones, por si estuviese en vuestro horizonte cercano acercaros por esos lares.

_MG_1652La primera la habilitación de los espacios altos de las catedrales para la visita ofreciendo una perspectiva inédita del esqueleto del edificio y unas vista magníficas sobre la ciudad. Han denominado a esta maravillosa excursión Ieronimus y si pincháis el enlace obtendréis la respuesta al porqué.

La segunda la visita al Museo de Arte Oriental de la ciudad que tiene su sede en el Torreón de los Anaya. Es una escapada a otro mundo a bordo de la colección Pilar Coomonte y Nicolas Gless.

Ah, y no dejéis de ir al cielo.

La siguiente etapa del viaje, en un principio, era la meta.

Una ciudad que siempre que la rozábamos al pasar por la A-6 camino de Madrid, allí por Tordesillas, teníamos intención de visitar, pero unas veces porque no y otras porque tampoco, se nos fue demorando en el tiempo hasta que decidimos coger el toro por los cuernos.

La reapertura, tras su restauración, del antiguo Museo Nacional de Escultura, ahora denominado Museo Colegio de San Gregorio haciendo honor al edificio principal de entre los que albergan la colección, fue la principal excusa._MG_2102

De las mejores paradas museísticas de los últimos años. El edificio impresionante, la colección excelente, de Berruguete a Gregorio Fernández, pasando por Juan de Juni, pasear por entre un sillería de coro espectacular, poder observar todos los fragmentos de un retablo a la altura de los ojos y degustar la armonía de los pasos procesionales de la Semana Santa.

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid recomiendo para aquellos que se quieran arriesgar con una lectura difícil a descubrir “El Cielo”, de Ángel García Pintado. En palabras de su autor: “un retablo cuya lectura debe poseer una cadencia parecida a la procesional”. Un libro excelente que quiere ser un homenaje a la tradicional imaginería española, personalizada en el escultor Gregorio Fernández.

Para Valladolid se nos unieron Alejandro y María y, con ellos, Pantagruel que venía de polizón y no se dieron cuenta. Qué puedo decir: crujientes de morcilla de cigales, estofado de rabo de toro al Ribera de Duero con verbena de setas, perdiz escabechada…La Criolla, decorado con numerosas fotografías de Lola Herrera (enorme Lola) en diversas actuaciones a través de los años .

Valladolid, comer y tapear, sin pérdida: alrededores de la Plaza Mayor. Imprescindible. Ambientazo._MG_2039

Y que decir de los caldos. Nosotros hicimos una visita guiada a las instalaciones de Abadía Retuerta en Sardón de Duero, muy amena y con una pequeña cata al final de la visita. Tras lo que nos fuimos a comer lechazo al Zurita en Tudela de Duero. Un pellizco de paraiso, ñam…

La carretera nos llevó rapidamente a Peñafiel, y su castillo de Exin, alzado como un acorazado sobre la población.

El punto final lo puso Palencia, a orillas del Duratón, con su magnifica catedral, ciertamente desconocida, por la que nos guió Don José, párroco jubilado de Carrión, tras otra de esas sentadas para el avituallamiento dignas de mención: Asador La Encina (hermosa tortilla de patatas).

El empacho lo fuimos digiriendo de vuelta a casa. Es posible que todavía sigamos …y ya se acercan los cocidos…miedo me doy…

 

Un paseo por la cuenca del Duero (1)

En realidad el título de este post no es más que una cortina de agua que enmascara a los verdaderos protagonistas de esta escapada: la gastronomía y el vino. Es cierto que para hacer el paripé, para no quedar de glotones pantagruélicos, disfrazamos la ruta con paseíllos y visitas ciertamente interesantes, pero rememorando estos días pasados entre Portugal y Castilla, los olores y los sabores son lo primero que rescata la memoria (Ay colesterol, mi colesterol).

Desde Galicia cruzamos la frontera con Portugal bajando desde Verín hacia Chaves para dirigirnos a Lamego, primera parada del viaje. En el corazón mismo de la cuna del vino de Oporto, que recibe el nombre de aquella ciudad, aunque se produzca aquí, al calor de un valle favorecido por un amable clima mediterráneo en donde no es extraño encontrar naranjos y olivos acompañando a los viñedos en la configuración del paisaje.

Paisaje escalonado en terrazas a través del valle del Douro con una preciosa carretera, la N-222, trazada al borde mismo del río, que une las localidades de Peso da Regua y Pinhao. Es como ir recorriendo el cauce a bordo de un rabelo, las embarcaciones tradicionales que se utilizaban para bajar el vino hasta Oporto. En este recorrido se alzan quintas de las principales marcas productoras del vino, muchas de ellas reconvertidas en maravillosos lugares donde descansar, disfrutar de la gastronomía, degustar los caldos y recrearse en la amabilidad de clima y del paisaje.

En Pinhao se debe hacer un alto para disfrutar de la pequeña y  coqueta estación de tren, decorada con azulejería que representa las distintas fases de la producción y el transporte del vino. _MG_1169

Ya en Lamego, dos lugares señalados a destacar: la Portada de la Sé, con unas curiosas representaciones eróticas que llaman la atención, y la capilla de San Pedro de Balsemao, la más antigua de Portugal, cuyos orígenes se remontan al S.VII.

A la mañana siguiente, antes de poner rumbo a tierras salmantinas, paramos en Guarda, la ciudad más alta de Portugal. Construida a más de mil metros de altura, capital mayor de la Serra da Estrela. Un pastelillo y un café en la plaza principal, presidida por su imponente catedral gótica, con aire de fortaleza.

Del Douro saltamos al Águeda, el río que baña la señorial Ciudad Rodrigo, el oasis del oeste de Salamanca. De su pasado romano han heredado los habitantes de la ciudad el gentilicio de mirobrigenses, aunque mayormente se les conoce por el apodo de farinatos, apelativo debido a un embutido de origen local elaborado a base de miga de pan, grasa de cerdo y cebolla, sazonados con sal, pimentón, comino, ajo, cebolla, anís, aguardiente y aceite de oliva . Se suele tomar acompañando de huevos fritos. En el momento de ser servido ha de mezclarse todo y directo a la yugular colesteroleica. Aceptad un consejo: para tomar a la hora de comer, no se aconseja cenar. Se puede acompañar para su mejor entrada por un vino de las Arribes del Duero.

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Ciudad Rodrigo

Ciudad Rodrigo esta rodeada en todo su perímetro por una muralla habilitada para el paseo. Desde ella se puede uno hacer con la ciudad de un plumazo. Desde el castillo de Enrique II de Trastámara, reconvertido en Parador, hasta la Catedral de Santa María, cuya torre guarda las cicatrices de los pepinazos que recibió durante la Guerra de la Independencia.

Si uno callejea se encuentra con una buena cantidad de palacios señoriales que jalonan todas las calles de la ciudad que inevitablemente conducen  hasta la hermosa Plaza Mayor, presidida por el magnífico ayuntamiento renacentista. La plaza es el centro de la vida de la ciudad y es una gozada tapear cuando cae la tarde en las terrazas que la salpican, o acercarse a sus espaldas hasta el callejón que alberga el Zascandil, local de tapas de diseño con sabor de la tierra.

Si lo que uno quiere es una buena sentada se ha de dejar caer por el Estoril o el Mayton._MG_1475

La visita a la catedral es obligada. Magnífica la fachada sur o «de las cadenas», el pórtico del perdón, el coro y un sepulcro conocido como el «altar de alabastro», aunque lo que nos resultó más llamativo fueron las figurillas talladas en las basas de las columnas del claustro, una especie de divertimento muy curioso.

A tres cuartos de hora de viaje desde Ciudad Rodrigo se llega a la Peña de Francia, en la que se asienta un santuario dominico dedicado a la virgen del mismo nombre, cuyos orígenes se remontan al siglo XV. Situado a  1783 metros de altitud, desde la meseta que lo preside se contempla un singular paisaje que abarca la llanura castellana, las montañas de las Hurdes y la sierra de la Estrella en Portugal. (Eso si el viento y el frío os lo permiten, porque por no hacer sangre digamos simplemente que hace una rasca que te cagas).

Bajando de la Peña de Francia se zambulle uno en el conjunto de pueblos que salpican la sierra y dan entrada al valle de las Batuecas, entre los que destacan La Alberca, Mogarraz, Miranda del Castañar y San Martín del Castañar.

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La Alberca

El más turístico, sin duda, es La Alberca, con una preciosa plaza Mayor a la que conducen calles en cuyas casas los dinteles se muestran cincelados con las fechas de su fundación y con inscripciones, signos y anagramas religiosos. En la iglesia parroquial se puede ver un interesante púlpito en granito policromado del siglo XVI.

Para comer en la zona, el Mesón Taurino, en la plaza del pueblo de Mogarraz. Excelentes carnes a la brasa (Magnífica recomendación de Carlos).

Nos pareció muy bonito el conjunto de San Martín del Castañar, con una plaza de toros de planta irregular, encastrada entre el castillo, en cuyo recinto se alberga el cementerio, y  las casas del pueblo.

Y desde el Águeda, al Tormes…

Aunque como bien dice el refrán: «Salamanca no hace milagros, el que va jumento no vuelve sabio».

Pois, Oeste (Viaje a Portugal, y 3)

Los árabes lo llamaron al-Garb al-Andalus (el oeste de Al-Ándalus), la tierra por donde se pone el sol. Hoy el sol es, sin ninguna duda, su mayor reclamo.

_MG_9939El Algarve se ofrece al Atlántico desde la desembocadura del Guadiana hasta el Cabo de San Vicente. Unas costas plagadas de playas paradisíacas, acantilados espectaculares, y repletos de cuevas y grutas abiertas en la roca caliza, extraordinarias filigranas de piedra.

Sobresalen los de A Ponta da Piedade en Lagos, a los que se puede acceder en barcas que se alquilan en el canal de acceso al club náutico. El precio se negocia en los puestos que se sitúan en las orillas del canal, donde los distintos vendedores llamarán vuestra atención para mostraros las diferentes embarcaciones que ofertan. _MG_9951

Un paseo de unas dos horas, con un recorrido en el que la barca os conducirá por el medio de las grutas y formaciones rocosas que salpican este tramo de costa os costará, aproximadamente, unos 10 euros por cabeza. Nuestro barca se llamaba “O barco do amor II”. La timoneaba un viejo marinero, seguramente ya jubilado, que iba explicándonos, a medida que avanzábamos, los nombres de las diferentes calas que nos íbamos encontrando y señalándonos formaciones rocosas con formas curiosas, que si un elefante, que si un dragón, que si King Kong…una delicia de paseo, acariciados por el sol y acunados por el mar.

El Cabo de San Vicente marca el Finisterre portugués, el último pellizco de tierra que los marineros veían antes de adentrarse en el océano. Al lado del faro los acantilados alcanzan alturas de vértigo. Pespuntando la costa hacia Sagres nos vamos encontrando con playas paradisíacas. El Sagres de la primera mitad del siglo XV se convirtió en el núcleo de la expansión marítima portuguesa, recibiendo estudiosos y navegantes de todas las nacionalidades, reunidos en torno a la figura del infante Henrique o Navegador (Enrique el Navegante).

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La fortaleza, donde supuestamente se asentaba la mítica Escuela de Sagres, fue seriamente dañada por el terrremoto de 1755. La ola que provocó el Tsunami pasó por encima del cabo en el que se asienta. Ha sido reconstruida en diferentes momentos históricos desde entonces.

El resto de nuestro tiempo en el oeste, exceptuando una paradita en un super parque acuático que produjo muchas risas y no menos agujetas al día siguiente, lo pasamos zanganeando.

Os recuerdo que zanganear es lo que hacía Willy, el colega de la abeja Maya, durante todos los episodios de la serie. Al igual que él, nosotros también libamos (canecas de cerveza, caipirinhas, coco-locos…), comimos como becerros, y tomamos el sol y la sombra, dependiendo del momentum y de lo que nos pidiera el cuerpo.

Hubo siestas y hubo tiempo para la lectura. Acabamos la trilogía de Stieg Larsson, leímos “Imperium” de Robert Harris (recomendación de Miloncho) y seguimos con Fred Vargas (“El hombre de los círculos azules”). Marta se decidió por “El lado oscuro del amor” de Rafik Schami, del que dice que es una obra maestra. Lo confirmaremos este agosto, de nubes y trabajo.