E ti vengo a cercare. Franco Battiato en el Auditorio Mar de Vigo, viernes 4 de septiembre de 2015.

 

E ti vengo a cercare
con la scusa di doverti parlare
perché mi piace ciò che pensi e che dici
perché in te vedo le mie radici.

(Y te vengo a buscar, con la excusa de tener que hablar

porque me gusta lo que piensas y dices

porque en ti veo mis raíces)

Ayer, en Vigo, abracé el pasado. Veintisiete años han transcurrido desde que viese por primera vez al singular Franco Battiato, con mi “hermano” Miguel Gasamáns, hacer saltar por los aires el abarrotado pabellón de Santa Isabel en nuestra Compostela natal.

Hace unos meses, con motivo del concierto que el siciliano iba a ofrecer en Vigo, la mayoría de los medios informaban de que se trataba de la primera actuación del artista en Galicia. Nuestro testimonio sirvió para que, de la mano de Desconcierto, a través de la encantadora y multifacética Monica Mura se subsanara el equívoco. Os remito al artículo.

Mi “hermano” Miguel, como podéis comprobar en el citado artículo, todavía conservaba la entrada de aquel concierto (ni el mismo Diógenes…).

Tras la suspensión de junio, causada por una fractura en el fémur sufrida durante el tour, Battiato se presentó ayer noche en el Mar de Vigo para deleitar a una audiencia entregada de antemano.

Y sí, el Mar de Vigo, también sucumbió.

Battiato

Si en el concierto del pasado siglo, como le comentaba a Monica en nuestras charlas, Battiato había roto el hielo con ese adagio titulado L’oceano di silenzio, la pasada noche y siguiendo fiel a su costumbre, limpió el ambiente con otro tempo lento: L’ombra della luce (uno de tantos himnos que se encuentran entre mis favoritos como podéis constatar si seguís este enlace)

Sentado en el medio de un escenario espartano, solo decorado por un minimal juego de luces y arropado por dos teclistas y un cuarteto de cuerdas, coronado por unos auriculares over ear para ofrecer lo mejor de su, todavía, magnética voz, Franco Battiato fue desgranando un repertorio absolutamente delicioso en el que mezcló italiano y castellano, lanzado un anzuelo invisible en el que la audiencia picó sin presentar batalla. Es humano rendirse a la evidencia y, sirva el que escribe como ejemplo, tropezar dos veces en la misma piedra.

Algunos temas de sus últimos trabajos como el Pasacaglia (versión del Passacaglia della vita del compositor del seicento italiano Stefano Landi) se mezclaron con clásicos inmortales de su repertorio: Gli ucelli, L’animale, Nomadi, L’era del cinghiale Bianco, No time no space, Il re del mondo, Prospettiva Nevski, Secondo imbrunire, Lode all’inviolato…

Sublimes, la versión a piano y cuerda de La cura, la canción favorita de Marta y de Monica Mura, y la extraordinaria E ti vengo a cercare, por la que profeso especial debilidad. Emocionante y deliciosa la versión del clásico de la canción  italiana de los sesenta Te lo leggo negli occhi.

Para los bises esa delicia llamada Stranizza d’amuri en su dialecto siciliano natal y para acabar la faena, I treni di Tozeur, Voglio vederti danzare, La stagione dell’amore, y hasta el Cuccurucucu…

Escuché al acabar el cuarto bis, y ya enfilando la salida hacia uno de los vomitorios, un comentario suelto de algún insaciable que se lamentaba en la grada de no haber podido verle veinte años antes…

Como comprenderéis yo estoy profundamente agradecido, diría que hasta casi me siento bendecido, por haber podido disfrutarlo, junto a Marta, casi treinta años después.

Grazie mille, Maestro.

 

 

 

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